Aislamiento = Recogimiento
Todos estos cambios en nuestros hábitos, rutinas y costumbres han causado cuestionamientos y reflexión sobre lo que hemos estado haciendo bien y mal al pasar de los años, sobre lo poco que hemos valorado a quienes nos rodean y lo que nos rodea, lo mucho que hemos dejado de lado el sorprendernos con la sencillez y lo que todos los días nos brinda la vida; una flor, un atardecer, la sonrisa de un niño, el canto de los pájaros, las caricias del viento, un instante con nuestras familias. Intercambiamos lo que nos hacía sentir vivos por una esclavitud constante con el consumismo y materialismo, una competencia infinita con el otro por el que más tiene o pretende vivir mejor.
“ (…) No las cosas excepcionales, sino lo infinitamente pequeño y sutil: no el movimiento, sino el descanso que hay en el movimiento, porque cuando las observamos calmadamente, todas las cosas obtienen plenitud (…) ” , Luis Racionero.
Opté por llamar este encierro recogimiento, pues al solo poder tener acceso a lo que realmente necesitamos, la perspectiva del mundo cambia, nos encontramos con nosotros mismos, muchas cosas vanas dejan de importar y al tener tanto tiempo de sobra comenzamos a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Aquella ropa cara, carros lujosos, cadenas, lociones, zapatos y demás objetos, dejaron de ser una catapulta imaginaria para todos aquellos que se creían mejores que los demás solo por poseerlos, pues encerrados en casa no tienen a quien presumírselos, es allí cuando la pregunta ganadora invade las mentes: “¿Qué más tengo para aportar que mis bienes materiales?”, es allí también donde empiezan a cobrar valor las verdaderas amistades, la familia, la solidaridad, el buen trato y sobre todo, la labor de todas aquellas personas que fueron mucho tiempo insignificantes para la sociedad y ahora son los héroes del país por arriesgar sus vidas ejecutado su oficio: personal de limpieza, domiciliarios, campesinos, vigilantes, conductores de transporte público, policías, militares, medios de comunicación y muchos más.
Lastimosamente no todo es reflexión y aprendizaje para las personas de nuestro país, pues en realidad no todos tienen la misma rentabilidad económica para subsistir en cuarentena, de hecho más del 48 por ciento de la población colombiana vive del empleo informal, es decir, de lo que producen día a día; aproximadamente 23 millones 632 mil personas sin saber cómo subsistir durante esta cuarentena, realmente preocupante. Según una entrevista realizada vía Instagram el 04 de abril del presente año a Angélica Lozano, Senadora Colombiana y perteneciente al partido Alianza Verde, “esta cuarentena nos muestra la desigualdad absoluta en nuestro país y la importancia de reinventar nuestras formas desde lo social, lo económico, lo ambiental y lo humano”.
Se siente alivio pero al tiempo impotencia saber que nuestras familias son privilegiadas al continuar trabajando en casa, virtualmente, pero puede haber vecinos que tal vez estén pasando una mala situación ya que no contaron con la misma suerte, también el saber que existen millones de personas en Colombia que están aguantando hambre en este momento y querer ayudar pero no saber cómo hacerlo, ayudar sin contagiarse ni contagiar a nadie más, ayudar sin propagar el virus; nos encontramos en una encrucijada.
Imagino que la pregunta común es: ¿Salgo a trabajar para comer y corro el riesgo de infectarme o me quedo en casa sin ingresos y muero de hambre? Con dolor en el alma, la verdad es que al fin y al cabo, cualquiera de las dos opciones llevarían al mismo fin.
“El mundo como lo conocemos después de esta tragedia no será igual”, repite constantemente mi madre en tono de aviso. “Hay que comenzar a adaptarse a lo que viene”, reitera. Solo espero que así sea, que todo haya que volver a reinventarlo y por fin hacer las cosas correctamente. Con humildad, amor, solidaridad, perdón y sobre todo respeto por la madre naturaleza.